sábado, 1 de agosto de 2015

Un post de mierda.-

Sí, este es un post de mierda. Lleno de mierda para destilar y desparramar porque hoy estoy hinchada las pelotas. Y no tengo ganas de cuidar una putísima palabra. Siempre intentando buscar la palabra justa para que nadie se enoje, tratando de complacer para que nadie se enoje por miedo a las consecuencias, por miedo a que a alguien no le guste lo que en realidad quiero decir. Soy horriblemente mala para decodificar lo que el otro me quiere decir. Espantosa, casi siempre malinterpreto lo que quieren decir. No entiendo los tonos. Nunca. Y detesto que siempre sea "tu problema, a vos te molesta". Saben qué? Me cansé de escuchar a todos con sus problemas, con todas las cosas que tienen para criticarme. Podría empezar a criticarlos a ustedes, en vez de entender tanto. Antes era así, pura explosión, re calentona. Con el tiempo aprendí, que claramente no me servía ser así y me volví complaciente. Y cada vez que digo algo que me enoja, no me banco que el otro se enoje con lo que tengo para decirle, porque yo (aunque no se note) entiendo y después me enojo. Hago lo imposible para que no se enojen y trato de arreglarla para que no se enojen. Pero todos cuando se tienen que enojar conmigo les importa un pito cómo me siento y se enfocan en su puto enojo. Y tiran la pelota. "Ella se fue del grupo". Su problema. "A vos te molesta." Su problema. Sí, soy pesadísima con las cosas que me duelen, insoportable diría. Y trato de entender tanto las relaciones humanas que me agoto y agoto. Es verdad, lo que dijo Adri de mí, nunca soy libre, nunca me dejo fluir. Saben por qué? Porque sé lo terriblemente hiriente que puedo ser cuando quiero. Cuando no pongo un puto filtro. Y además porque vivo pensando en los demás. Tengo esa espantosa sensación de que nadie me aceptaría con todos mis defectos sin filtros. Quizás porque cuando era chica, nadie me aceptó cómo era. Era gorda, nerd, sensible. A nadie le gustaba. No era lo que se dice popular. Era miedosa. Muy miedosa. Insegura. Y siempre que decía algo, me dejaban afuera. "Qué hacés en la foto? Quién te invitó?" Así de choto era todo. Entonces convertí todas esas debilidades en fortalezas. Pero la inseguridad nunca se me fue. Y nunca es suficiente porque no se puede complacer a todo el mundo. Sigo teniendo marcado que los enojos, no quedan en enojos, quedan en charlas y análisis y rencores. Que un error mío puede ser una gran pelea y me esfuerzo al máximo para que eso no pase. Por eso, cuando se me suelta la cadena, al toque me arrepiento. Porque sólo dije lo que pensaba en ese momento, desde el enojo. Creo que por eso, en parte, me pongo tan mal cuando Santi deja fluir todo su enojo. Porque bien en el fondo si pudiera haría lo mismo que él. Y la verdad, encarrilar su enojo, es doble trabajo para mí. Porque como ven, yo todavía no sé qué hacen con él.