miércoles, 19 de febrero de 2020

Relato en una noche de insomnio.-

Después de tres años, puedo súbitamente recordar esa habitación. Sus paredes que con tanto empeño intentamos llenar de colores. Con elefantes, bomberos con escaleras, un cuadro con sus primeros doce meses, sus primeras tres salitas, la foto con su amiga, su rutina, aviones, animalitos asomando la cabeza, los primeros doce de ella que no llegamos a poner.... La "luz" de queso que ella se empeñaba en romper. El estante con libros, siempre desordenado por más que lo ordenáramos a diario. Su cuna y nuestras manos extendidas entre los barrotes. La canción de cuna que se reproducía una y otra vez. Las noches interminables en la cama del mayor esperando que se durmiera mientras me acariciaba los pies. No se dormía de otra forma. Las primeras preguntas existenciales y las primeras respuestas que empezábamos a dar o a evitar. Los primeros abrazos entre herman@s. Los minutos sentada en el piso mientras jugábamos intentando que hicieran propio su lugar. Los encuentros de la mascota debajo de la cama de él. El baúl de juguetes. Los cambios de muebles. Las confesiones. Las primeras visitas. La luz que entraba desde la mañana hasta la tarde por el vidrio de la puerta. Las metidas de nuestra perra entre la reja. El sticker gigante de un pirata. Los primeros enojos de él cerrando la puerta y dejándonos afuera de su mundo. No hubo despedida. No recuerdo verla vacía. A mí dejar los lugares me cuesta. Será porque no son un hotel. Porque no me aferro a lo material, pero sí a lo que viví e hice que sucediera en ese espacio. 

Todavía resuena, después de tres años... "Por qué me sacaron mis cosas? A dónde se llevaron todo? Me rompieron todo. Quiero mi mochila de Henry." Aunque esa mochila ya no estaba desde hace un montón, en ese símbolo estaban todas sus cosas, su historia y en esa mochila, mi frustración.-