viernes, 24 de enero de 2020

Por y para qué.-

Vacaciones. Para mí, esta palabra remite a la expresión romper con la rutina. Me suelo llevar tarjetas para laminar o material para ordenar. Termino el ciclo lectivo pensando en todo el tiempo ocioso del cual voy a disponer por el sólo hecho de no tener horarios. Para ser honesta, la primera semana es así. O por lo menos, los últimos dos años voy luchando para no contagiarme de la rutina de Adri y poder realmente desconectar. Pero, después me voy dando cuenta que yo solita me voy armando una rutina en la que termino envuelta y me vuelvo a agotar. ¿Qué locura, no, la del ser humano? Siento que cuando me jubile, voy a ser todo lo opuesto a lo que proyecto. La realidad es que estar de vacaciones no cambia nuestra esencia. Por lo tanto, si soy rutinaria e hiperactiva, ¿por qué mágica razón dejaría de serlo cuando estoy de vacaciones? El cambio real es otro. Si miro series o leo, es porque el click lo hice durante el año. Así que mi consejo es que evitemos frustraciones y hagamos lo que podamos con lo que somos. 
Todo esto me llevó a pensar, ¿por qué hacemos lo que hacemos? Algunas de nuestras acciones se vuelven costumbre y unx ya no se cuestiona muchas veces por qué lo está haciendo. Les doy un ejemplo. Lucy, nuestra perra, sale dos veces por día a la plaza. A la mañana la lleva Adri y a la noche, sale con mis hijxs y conmigo últimamente (porque antes era un caos, no había chances de salir todxs juntxs como un familión para que Lucy haga sus necesidades). La cuestión es que siempre salimos apuradxs "Santi, no corras", "Emilia, no te vayas lejos", "Una vuelta más y ya nos vamos". Mi pensamiento es que la gente que es habitué de la plaza debe pensar "ahí viene la desquiciada". Ante anoche, la noche estaba hermosa, corría un vientito bastante refrescante y ellxs estaban haciendo "ejercicio" en las postas aeróbicas. Yo estaba sentada con Lucy y no iban ni cinco minutos que empecé "Bueno, vamos cortando ya"... En ese instante, me llegó una brisa suave, como una caricia en el rostro y me pregunté ¿cuál es mi apuro? Les juro que encontré miles pero honestamente, no había ninguno. Nos quedamos un rato más porque ameritaba (siempre a todo hay que encontrarle una utilidad en esta vida, sino mi mente no lo puede soportar!) y quedó en mi cabeza dando vueltas qué y para qué hago ciertas cosas. Las respuestas me sorprendieron.
Hay millones de mini acciones diarias que son tremendamente desgastantes. Sin embargo, las elijo porque hay una razón superior, trascendental, satisfactoria que me impulsa a hacerlas. 
¿Por qué la maternidad? Para dar amor. Para conocer nuevas formas de amor. Para maravillarme todos los días. Para no dejar de asombrarme. Para dar incondicionalmente (podemos discutir este concepto, de todas formas). Porque aprendo constantemente, me hizo (creo) mejor persona.
¿Por qué la pareja, por qué él? Porque con él puedo viajar al Norte y mirar el paisaje azorada, para que me diga "hay bichos por todos lados, me van a picar!"y matarme de risa con sus comentarios. Porque es compañero, es equipo, es confianza, es respeto, es crecimiento. 
¿Por qué la rutina? Porque nos ordena. Porque muchas veces es necesaria, tanto como cortarla. 
¿Por qué los enojos, los límites, las corridas, las salidas recreativas? Porque creo firmemente que es necesario. Aunque no salgan, aunque dejen de escucharme algunas veces. Porque creo que mi responsabilidad es dejar una huella para un mundo mejor aunque suene muy ambicioso y utópico, aunque lxs hijxs sean de la vida. .
¿Por qué la docencia? Porque me divierte. Porque se producen conexiones por un instante que son realmente únicas. Porque para mí educar es el camino e intento ser ejemplo de lo que digo. Hacerme carne de mis creencias por más bíblico que parezca aunque no tenga ni una pizca. 
Por todas esas razones, elijo donde estoy, lo que hago. Con mis quejas, mis frustraciones y con todo lo mejor que pienso que tendría que ser. Está bueno preguntárselo de vez en cuando. Somos instantes, no estamos para desperdiciarlos en cosas que no NOS valen la pena.

martes, 14 de enero de 2020

Here I go again!

Evidentemente, el verano me pone reflexiva ( o estoy con mucho tiempo libre, pero casi como que no es cierto así que podríamos descartar esta opción) porque mis últimas tres entradas fueron en los meses de sol, arena y mar. Pero bueno, cualquiera fuera la razón que se esconde detrás, aquí me encuentro de nuevo en frente de la compu retomando el blog.
Tenía ciertas dudas de retomar el blog porque por un lado, tengo la percepción que es como una herramienta de un mundo virtual pasado que de alguna manera sobrevivió ; pero por el otro, el formato me resulta muy cómodo ya que no tengo la obligatoriedad de publicar una foto. No siempre hay/encuentro una imagen que describa/represente lo que tengo en mente. También pensé en comprarme un cuaderno pero me remontaba a tener un diario intímo, y eso nunca me funcionó porque necesito exteriorizar, compartir lo que escribo. Así que sin pensarlo mucho tampoco, volví a este lugar y a esta función.
¿Qué me pasa con escribir? Con el correr de los años, es una actividad que cíclicamente vuelve a mí. Como si me buscara y nos encontraramos. Es más que un pasatiempos, por momentos, es una necesidad de volcar todo ese torrente de ideas o palabras que van surgiendo en mi mente. No pueden quedar ahí prisioneras. Porque como todo lo que está encerrado, sin libertad, se esfuma y pierde su esencia para no salir nunca más. Y yo no quiero que le pase eso a esas palabras, a esas ideas que cuidadosamente se alojan como gotitas de agua de lluvia en mi cabeza hasta que luego comienza a llover a borbotones. Quiero que fluyan, que recorran montañas, llenen ríos, alivien el fuego, se fundan con la tierra y se hagan barro. Y ahí mismo, le encuentro sentido a escribir y a compartir. Porque compartir no es menor. Una palabra, un descargo, un relato puede inspirar, hacerte reír, sentir identidificado/a, dar vuelta la página, pensar, empatizar. Digo, pienso todo esto sin creerme que soy LA escritora, sino desde un humilde lugar, desde donde se puedan también compartir experiencias, intercambiar, disentir. 
¿Qué pretendo al escribir? Sinceramente, nada. Por momentos, me ordena. En otras ocasiones, es pura catarsis. Otras veces, son ideas que surgen. Mi única regla de oro va a ser: HACERLO. Aunque sienta que tengo una cuenta pendiente en hacer un taller de escritura. Por ahora, es esto. 
Los/as invito a mi mundo de colores, con algunos sinsabores, a descubrir qué nuevas aventuras tiene preparada para mí esta nueva etapa de mi blog.